Nadie es perfecto. Anécdotas de una enfermera Parte I

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Anécdotas de una enfermera Parte I

Voy a inaugurar el blog con unas anécdotas y esta reflexión: de los errores se aprende.

Y si hay algo más que aprender es que nadie es perfecto, a pesar de nuestra imagen divina en pijama y el aura de santidad que nos caracteriza a los enfermeros ;P

Justo sobre este tema estaba de charla con una compañera, saboreando un acuoso café de máquina, cuando nos hemos comenzado a reír recordando anécdotas del día a día. ¿Quién no tiene alguna?

 

Reírse de uno mismo es bañarse en salud” (Doménico Cieri Estrada)

 

La Fontana di Nutrienti

-Tengo una amiga que conoce a otra amiga de una enfermera que, intentando purgar el aire de una jeringuilla de nutrición enteral, la presión del contenido era tal, que cuando finalmente cedió el émbolo, “desparramó” nutrición por suelos, paredes e incluso techo. Yo, personalmente, no sabía donde meterme….. bueno… de haberme pasado a mi, claro. Al girarse pudo contemplar a su compañera con el gesto torcido y doblada de la risa. Llena de dignidad, se dirigió veloz al aseo para arrancar de un tirón 2 metros de papel secamanos. De regreso a la habitación, armada de tan infalible objeto de limpieza, hizo sus mejores esfuerzos en empeorar la situación esparciendo el pegajoso líquido debidamente por todas las superficies. Limpió lo que pudo, intentando que no se “notara” tal estropicio. Pero, efectivamente, fue mucho peor.

Dicen las malas lenguas que todavía evita cruzar la mirada con las compañeras del servicio de limpieza, que siguen sin explicarse qué pasó ese día a esa hora en esa habitación.

 

Pues parece que chispea

– En otra ocasión, otra anécdota reseñable, intentando colocar una botella de agua de humidificación de la toma de oxígeno a un ingreso nuevo de la planta, introduje de forma incorrecta la boquilla. Tengo una buena excusa, todavía estaba perpleja por el capítulo de «La Boda Roja» de JUEGO DE TRONOS. [OJO SPOILER] ¿Porqué tuvieron que cargarse a Rob?

La consecuencia de tan desafortunado error provocó que comenzase a caer, lenta pero incesantemente un hilo de agua sobre rostro del sorprendido paciente, que no se esperaba la ducha tan pronto o al menos a esas horas, ya que se trataba del turno de noche. En fín… el pobre hombre no había salido de su asombro, incapaz de articular palabra, mientras yo me afanaba en resolver el entuerto, desconectando la botella enseguida mientras aguantaba la risa, sequé lo que pude, disculpándome en todo momento al más puro estilo Gracita Morales. Imagino que habría pensado “¿y por qué yo si nunca he dado un parte…?

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